Tras un buen rato arriba, descendimos de nuevo en el teleférico hasta el nivel de la ciudad y nos dirigimos al mercado de artesanía próximo al hotel Hilton, el mercado más famoso de Quito. Allí compramos todo tipo de artículos para regarlarlos a nuestras familias y amigos...pero sobre todo, compramos ¡chocolate!...uno de los productos estrella de Ecuador, que exporta a todos los países del mundo (el cacao criollo ecuatoriano produce el mejor chocolate del mundo). Javier también compró dulces de todo tipo (ya lo había hecho en otros lugares de Ecuador, pues se puede decir que si no lleva dulces de regreso a casa, no ha viajado).
Por la tarde, nos dimos un paseo por el casco antiguo de Quito -nuestra casa, la Cotopaxi, se encuentra en el centro de la zona antigua de la ciudad, con lo que nos resultó fácil-, dándonos cuenta de lo mucho que no habíamos visto en julio (por ejemplo, la preciosa calle La Ronda, que recuerda a una calle andaluza, o la iglesia de Santo Domingo, con su artesonado mudéjar, muy parecido al de las iglesias canarias). Los trolebuses son un símbolo de la ciudad...
Por la noche, cuando salimos a comprar los últimos dulces y algo para cenar (los maravilloso quimbolitos de maíz, por ejemplo), en el local de la Plaza de la Independencia...nos encontramos de nuevo a la señora hondureña y esta vez a toda la familia quiteña que la había invitado a conocer la ciudad...un encuentro sorprendente, que nos llevó a intercambiar emails y datos personales.
Por la mañana del día siguiente, día 4 de agosto, muy temprano de nuevo, tomamos un taxi al aeropuerto y abandonamos Ecuador, tras 1 mes entero en este acogedor y maravilloso país.
Sin embargo, tras un tranquilo vuelo Quito - Miami, nos esperaba en Miami, de nuevo, una desagradable sorpresa. La compañía American Airlines había, durante el mes transcurrido desde nuestra llegada, cambiado la política que obligaba a recoger la maleta y facturarla de nuevo para el vuelo de conexión siguiente: Ahora te daban ¡por fin! las dos tarjetas de embarque y la maleta era conducida directamente a su destino final en Madrid. Algo lógico, ¿no es así?...no en Estados Unidos, hasta hace 1 mes y pico. Esto en sí era muy positivo, porque el único trámite que ya debíamos pasar en Miami era el de la policía de inmigración. Lógicamente, después de lo sucedido en el vuelo de ida, en el que -recordemos- Jose fue retenido casi dos horas por la policía de inmigración, pensamos que esta vez no habría problema alguno y que ambos pasaríamos el trámite migratorio sin problemas...pero no fue así. Jose volvió a ser retenido en la por él ya conocida "habitación -the room-" otras dos horas, repitiendo todo el proceso del vuelo de ida, ahora también a la vuelta, mientras de nuevo Javier pasaba los trámites sin problemas...¿Por qué? Esta vez tuvimos una explicación: El propio policía de inmigración indicó a Jose que había un narcotraficante colombiano muy buscado por la policía de Estados Unidos, con el mismo nombre y apellidos de Jose: Jose Manuel Rodríguez Romero. Algo absurdo, pues ya habían comprobado a la ida que ese peligroso narco no era nuestro Jose...pero Estados Unidos es Estados Unidos. Jose ha prometido no regresar jamás a ese, desde luego, al menos para él, muy poco acogedor país. Afortunadamente, esta vez teníamos mucho más tiempo entre vuelos y no perdimos el de conexión, pudiendo además relajarnos y almorzar adecuadamente en el aeropuerto de Miami. Un rabino judío con el que Javier entabló conversación en el vuelo de Quito, le habló de lo absurdo del sistema americano de seguridad aeroportuaria...y le aseguró que en Israel todo era mucho más efectivo y el control mucho mayor que en Estados Unidos...todo un aliciente para visitar Israel, ¿no creen?.
El vuelo Miami - Madrid salió exactamente a su hora...pasamos el vuelo y la estancia en el aeropuerto de Miami, compartiendo las fotos de todo el mes y, sobre todo, recapitulando todo lo vivido -y fue mucho- en ese mes en Ecuador, el primer país latinoamericano que ambos visitaban: No será el último...de hecho, estuvimos planificando una segunda visita a Ecuador, en la que también incluiríamos una estancia de cooperación con Fe y Alegría...si ello es posible: El tiempo lo dirá. Durante el vuelo nos hicimos amigos de uno de los auxiliares de vuelo, un venezolano afincado en Miami, con el que aún mantenemos contacto y que nos trató casi como clientes de clase "preferente"...
Aterrizamos en Madrid exactamente a las 9 de la mañana. Las maletas llegaron bien y, al salir de la T4, nos despedimos: Habíamos compartido 1 mes entero, de un modo intenso y en el seno de un ambiente de convivencia impecable y cercano. No hubo conflictos entre los dos, y eso que ambos somos muy diferentes. Todo fue a la perfección y la experiencia que hemos compartido permanecerá siempre en nuestro recuerdo y en nuestra vida. Gracias a Entreculturas y a Fe y Alegría por esta posibilidad que se nos ha brindado. No caerá en saco roto. Nuestro trabajo en España continúa ya, con más intensidad, si cabe.
Hasta un próximo viaje...
Jose y Javier